La pasada semana, estuve contando cuentos en Fuente Palmera y la bibliotecaria me regaló este cuento que hoy quiero compartir con vosotros... Espero que os guste tanto como a mi... Disfrutadlo
En un lejano pueblo vivía un labrador muy avaro y
era tanta su avaricia que cuando un pájaro comía un grano de trigo encontrado
en el suelo, se ponía furioso y pasaba los días vigilando que nadie tocara su
huerto.
Un día tuvo una idea:
- Ya sé, construiré un espantapájaros, de este modo, alejaré a los animales de mi huerto.
- Ya sé, construiré un espantapájaros, de este modo, alejaré a los animales de mi huerto.
Cogió tres cañas y con ellas hizo los brazos y las
piernas, luego con paja dio forma al cuerpo, una calabaza le sirvió de cabeza,
dos granos de maíz de ojos, por nariz puso una zanahoria y la boca fue una
hilera de granos de trigo.
Una vez el espantapájaros estuvo terminado, le
colocó unas ropas rotas y feas y de un golpe seco lo hincó en la tierra. Pero
se percató de que le faltaba un corazón y cogió el mejor fruto del peral, lo
metió entre la paja y se fue a su casa.
Allí quedó el espantapájaros moviéndose al ritmo del
viento. Más tarde un gorrión voló despacio sobre el huerto buscando donde poder
encontrar trigo. El espantapájaros, al verle, quiso ahuyentarle dando gritos,
pero el pájaro se posó en un árbol y dijo:
- Déjame coger trigo para mis hijos.
- No puedo -contestó el espantapájaros, pero tanto
le dolía ver al pobre gorrión pidiendo comida que le dijo:
- Puedes coger mis dientes que son granos de
trigo.
El gorrión los cogió y de alegría besó su frente de
calabaza. El espantapájaros quedó sin boca pero muy satisfecho por su
acción.
Una mañana un conejo entró en el huerto. Cuando se
dirigía hacia las zanahorias, el muñeco le vio y quiso darle miedo, pero el
conejo le miró y le dijo:
- Quiero una zanahoria, tengo hambre.
Tanto le dolía al espantapájaros ver un conejo
hambriento que le ofreció su nariz de zanahoria.
Una vez el conejo se hubo marchado, quiso cantar de
alegría; pero no tenía boca, ni nariz para oler el perfume de las flores del
campo, sin embargo, estaba contento.
Un día apareció un gallo cantando junto a él.
- Voy a decir a mi mujer, la gallina, que no ponga
más huevos para el dueño de esta huerta, es un avaro que casi no nos da comida
-dijo el gallo.
- Esto no está bien, yo te daré comida, pero tú no
digas nada a tu mujer.
Coge mis ojos que son granos de maíz.
- Bien -contestó el gallo-, y se fue agradecido.
Poco más tarde alguien se acercó a él y dijo:
- Espantapájaros, el labrador me ha echado de su
casa y tengo frío, ¿puedes ayudarme?
- ¿Quien eres? -preguntó el espantapájaros que no
podía verle, pues ya no tenía ojos.
- Soy un vagabundo.
- Coge mi vestido, es lo único que puedo ofrecerte.
- ¡Oh, gracias, espantapájaros!
Más tarde notó que alguien lloraba junto a él. Era
un niño que buscaba comida para su madre y el dueño de la huerta no quiso
darle.
- Pobre -dijo el espantapájaros-, te doy mi cabeza
que es una hermosa calabaza...
Cuando el labrador fue al huerto y vio al
espantapájaros en aquel estado, se enfadó mucho y le prendió fuego. Sus amigos,
al ver cómo ardía, se acercaron y amenazaron al labrador, pero en aquel momento
cayó al suelo algo que pertenecía a aquél monigote… Su corazón de pera.
Entonces el hombre riéndose, se lo comió diciendo:
- ¿Decís que todo os lo ha dado? Pues esto me lo
como yo.
Pero sólo al morderla notó un cambio en él y les
dijo:
- Desde ahora os acogeré siempre.
Mientras, el espantapájaros se había convertido en
cenizas y el humo llegaba hasta el sol transformándose en el más brillante de
sus rayos.
Esta versión del cuento ha sido extraída de www.parabolas.org
Además aquí os dejo unas actividades que he encontrado en Google docs para alumnos de 3º de primaria: ACTIVIDADES
Esta interesante, el esfuerzo es bueno, pero hay un cierto grado de incoherencia, el espantapájaros primero obsequió su boca, entonces como pudo hablar después.
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