miércoles, 29 de agosto de 2012

Reir llorando

Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el mas gracioso de la tierra
y el más feliz...»
                                 Y el cómico reía.


Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.


Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.


»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».


—Viajad y os distraeréis.
                                              — ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
                                          —¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer.
                                                —¡Si soy amado!
—¡Un título adquirid!
                                      —¡Noble he nacido!


—¿Pobre seréis quizá?
                                          —Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
                                          —¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
                                              —Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
                                                —Mucho... mucho...


—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.


—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.


—¿A Garrik?
                        —Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.


—¿Y a mí, me hará reír?
                                              —¡Ah!, sí, os lo juro,
él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.


¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!


¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!


Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.


El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.


Juan de Dios Peza

sábado, 18 de agosto de 2012

El Arbol de los Amigos

Hoy quiero aporvechar el espacio para compartir con todos un texto que leyó mi gran amigo Julio Flores, en la ceremonia de mi boda, ya hace casi un año. Espero que os guste:

EL ÁRBOL DE LOS AMIGOS

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado,
viendo muchas lunas pasar y hay otras que apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.

El primero que nace del brote es nuestro amigo papa y nuestra amiga mama,
que nos muestran lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros
y luego pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma y del corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz
y lo que necesitamos sin que se lo pidamos.
A veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón
y entonces nos hemos enamorado y tenemos un amigo enamorado.
Ese amigo da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Más también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.
También hay amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla
siempre aparecen entre una hoja y otra
y aunque no los hemos seguido están siempre cerca en nuestro corazón.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima
y perdemos algunas de nuestras hojas,
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestras vidas.

Cada persona que pasa en nuestra vida es única y siempre,
siempre,
deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor y salud,
hoy y siempre.

Sin embargo, habrá también los que se llevarán mucho
y habrá de los que no nos dejaran casi nada.

Esta es la situación en la que se comprueba que dos almas no se encuentran por casualidad.